Durante mucho tiempo se ha considerado al hombre como ciudadano de dos mundos: finito-infinito, aunque llamado a serlo definitivamente del segundo. Paralelamente, por su libertad se le ha colocado entre dos alternativas: dependencia-independencia, aunque esté llamado a seguir definitivamente la segunda.
“El individuo carece de libertad en la medida en que todavía no ha cortado enteramente el cordón umbilical que lo ata al mundo exterior; pero estos lazos le otorgan a la vez la seguridad y el sentimiento de pertenecer a algo y de estar arraigado en alguna parte. Estos vínculos, que existen antes que el proceso de individuación haya conducido a la emergencia completa del individuo, podrían ser denominados vínculos primarios. Son orgánicos en el sentido de que forman parte del desarrollo humano normal, y si bien implican una falta de individualidad, también otorgan al individuo seguridad y orientación. Son los vínculos que unen al niño con su madre, al miembro de una comunidad primitiva con su clan y con la naturaleza o al hombre medieval con la Iglesia y con su casta social. Una vez alcanzada la etapa de completa individuación y cuando el individuo se halla libre de sus vínculos primarios, una nueva tarea se le presenta: orientarse y arraigarse en el mundo y encontrar la seguridad siguiendo caminos distintos de los que caracterizaban su existencia preindividualista. La libertad adquiere entonces un significado diferente del que poseía antes de alcanzar esta etapa de evolución.”
Erick Fromm (El miedo a la libertad, págs 50-51)
Por otra parte, Jean Paul Sartre dice: “el hombre carece de naturaleza: es él quien debe hacerse a sí mismo , eligiendo libremente en cada acto que realiza. Por eso el hombre se define como libertad absoluta” es asi, que
No hay doctrina más optimista, puesto que el destino del hombre está en él mismo, sólo hay esperanza en su acción”